domingo, 7 de junio de 2009

El ombligo de los limbos

Hoy acoplo un fragmento del poeta maldito, vale esta última aclaración, Antonin Artaud. Este hombre francés fue fundamental para artistas del rock de finales de los sesenta y principios de los setenta como Jim Morrison y Luis Alberto Spinetta. Éste ultimo, le dedicó un álbum, que para muchos es considerado como el mejor que hizo. En este momento no aportaré nada más, dado que estoy leyendo a este hombre-arte y preparando un artículo para un futuro incierto. sin embargo a continuación les dejo un fragmento del Ombligo de los Limbos.

Esta colección de poemas, publicada en 1925, dan claro testimonio de la vida de Antonin Artaud, de los sentimientos que experimentaba, de sus tragedias. En ellos podemos leer su despecho al descubrir en una película que es mal actor, la vehemencia que introdujo en el surrealismo -movimiento en el que su rol fue decisivo-, su sufrimiento por no poder dar existencia a su pensamiento, su imposibilidad de autorrealización, su febril reivindicación del empleo del opio, su incapacidad de vivir con una compañera.

Allí donde otros proponen obras yo no pretendo otra cosa que mostrar mi espíritu.
La vida es un consumirse en preguntas. No concibo la obra como separada de la vida. No amo la creación separada. No concibo tampoco el espíritu separado de sí mismo. Cada una de mis obras, cada uno de los planes de mí mismo, cada una de las floraciones heladas de mi vida interior echa su baba sobre mí. Me reconozco tanto en una carta escrita para explicar el encogimiento íntimo de mi ser y la castración insensata de mi vida, como en un ensayo exterior a mí mismo, y que aparece en mí como un engendro indiferente de mi espíritu. Sufro que el Espíritu no esté en la vida y que la vida no esté en el Espíritu, sufro del Espíritu-órgano, del Espíritu-traducción, o del Espíritu-intimidación-de-las-cosas para hacerlas entrar en el Espíritu. Yo pongo este libro suspendido en la vida, deseo que sea mordido por las cosas exteriores y antes que nada por todos los sobresaltos en acecho, todas las oscilaciones de mi yo por venir. Todas estas páginas se arrastran como témpanos en el espíritu. Disculpen mi absoluta libertad. Me rehuso a hacer diferencias entre cada uno de los minutos de mí mismo. No reconozco el espíritu planificado. Es necesario terminar con el Espíritu como con la literatura. Digo que el Espíritu y la vida se comunican en todos lo grados. Yo quisiera hacer un libro que trastorne a los hombres, que sea como una puerta abierta y que los conduzca donde ellos no habrían jamás consentido llegar, simplemente una puerta enfrentada a la realidad. Y esto no es un prefacio de un libro como no lo son los poemas que lo jalonan ni la enumeración de todas las furias del malestar. Esto no es más que un témpano mal tragado.

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